Esta entrada va dedicada de lleno al mundillo de la traducción. Y es que, normalmente, nadie sabe qué se traduce. La gente corriente solo llega a responder: una novela. O ni siquiera eso.
Solo tenemos que mirar a nuestro
alrededor y seguramente la mayoría de los productos que tengamos en casa
hayan sido traducidos. Si estás leyendo está entrada lo estás haciendo a través
de un dispositivo con conexión a internet que con total
seguridad fue escrito originalmente en
otro idioma.
Cuando sales a la calle y ves los carteles
publicitarios de
la mayoría de las películas, estás viendo traducciones en gran parte. O cuando vamos al supermercado,
incluso el más cercano que tengamos en casa, veremos productos cuyas etiquetas
o bolsas han sido traducidas.
Sentencias,
novelas, cómics, manuales de instrucciones, programas informáticos… La globalización
ha hecho completamente necesaria la traducción del 90% de lo que consumimos hoy en día. Y su
correcta realización influye en la buena reputación que el vendedor del
producto pueda ganarse.
Pongamos por ejemplo las cartas
de los restaurantes. Entrañan una gran dificultad por los
llamados culturemas: una
realidad que existe en una cultura y que no tienen ningún equivalente en otra.
Existen multitud de comidas típicas de los distintos países y culturas, con una
gran costumbre e historia a la espalda. ¿Cómo, entonces, traducimos una unidad
lingüística con tantísimo peso cultural? La mayoría de las veces con una descripción,
ya que es la única forma de que el cliente extranjero se interese por el plato.
Aunque otra dificultad añadida es
el espacio del que se dispone para hacer dichas
descripciones: si hay poca descripción, al cliente no le interesa, y si hay
demasiada, se aburre y se olvida del plato (es la ley
del mínimo esfuerzo: en un folleto mientras menos leamos mejor,
¿o no es verdad?).
Además, el cómo se describan los culturemas o similares influirán enormemente en
su éxito. Estos ejemplos se pueden ver en la carta de muchos restauranes y bares, solo te has de fijar. NO hay que traducir este tipo de
realidades.
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No utilices un traductor automático para estas cosas. |
Los títulos, para un extranjero,
serían algo completamente desconocido (¿covers,
covertures, abdeckungen? Por favor,qué dolor de cabeza…). Al fin y
al cabo, y como dijo una muy buena profesora: “uno
tiene que dar demasiadas explicaciones para que te acepten un presupuesto digno
de traducción cuando, en realidad, es supernecesario para vender (¡ya me dirás
tú, quién va a comerse una “blood
sausage“!)”.
¿Y tú qué opinas de todo esto?
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